Mucha gente todavía piensa que el vinagre es un buen remedio natural para las malas hierbas. En realidad, utilizar vinagre en el jardín o huerto, aunque sea realmente eficaz, no es nada buena idea. Expliquemos por qué.
Aunque suele recomendarse, también se debe evitar el uso de vinagre en el jardín porque es un ácido muy agresivo que, a pesar de su acción sobre las malas hierbas, no es inofensivo para el resto de plantas que puede dañar. También daña el suelo, los insectos y microorganismos que viven en él. Cuanto mayor sea el contenido de ácido acético, más dañino será el vinagre para las plantas.
Jardín en aerosol – Fuente: spm
¿Por qué se debe evitar el vinagre en el jardín?
Existen por tanto muchas razones para no utilizar vinagre en nuestros huertos y jardines de flores, que se pueden resumir en las siguientes:
- No distingue entre malas y buenas malas hierbas.
- Daña la planta (pero no las raíces)
- Daña los organismos del suelo y los insectos.
- Permanece en el suelo y cambia el nivel de Ph, lo que tiene un efecto negativo en el crecimiento de las plantas.
Vinagre – Fuente: spm
El vinagre también presenta toxicidad y riesgos para la salud, como escribe Donatello Sandroni, agrónomo e investigador de ecotoxicología:
Además, la toxicidad oral aguda del ácido acético es el doble que, por ejemplo, la del tan difamado glifosato. La LD50 del ácido acético –que también es una sustancia química, para disgusto de quienes piensan lo contrario– es de 3.310 mg/kg, en comparación con los 5.600 mg/kg del glifosato.
Plagas – Fuente: spm
¿Cómo deshacerse de las malas hierbas?
El método más eficaz y duradero sigue siendo el clásico deshierbe manual, que debe realizarse lo antes posible. Esto debería suceder cuando las plantas aún son pequeñas y las raíces se pueden arrancar fácilmente. El mejor momento para eliminar las malas hierbas es cuando la tierra está húmeda.
El agua caliente, considerada otro método eficaz y ecológico, es ahora de uso común. Se debe verter agua hirviendo sobre las malas hierbas antes de arrancarlas.
Para las malas hierbas que crecen en la lechada o entre las baldosas, se debe utilizar un raspador de lechada, que arranca las plantas y sus raíces del suelo.